domingo, 5 de mayo de 2024

Maravillosa entrevista con Indómitos TV

 Maravillosa entrevista con Indómitos TV

Transmitir el conocimiento es la última fase del aprendizaje.

Intentar trasmitir, explicar y expresar a alguien una idea o un concepto que uno ya sabe, nos obliga a esforzarnos en reflexionar sobre el por qué y el cómo lo sabemos.

Luchamos por convertir el conocimiento tácito en conocimiento consciente y razonado.

Eso es aprender.

No importa si es en un seminario, curso, conferencia o, como en este caso, una fantástica entrevista con Brian Porcel.

Gracias amigo por enseñarme tanto.



En breve repetimos.

domingo, 28 de abril de 2024

¡¡¡SIN MUNICION!!! ¡Rápido, Cambia de cargador! ¡¡¡RÁPIDO!!!

¡¡¡SIN MUNICION!!! ¡Rápido, Cambia de cargador!   ¡¡¡RÁPIDO!!!

Por Cecilio Andrade.


En todo saber humano encontramos distintos procedimientos, más o menos correctos, para alcanzar las mismas metas. Normalmente estas diferencias son honestos intentos de dar una solución personal a un mismo problema, visto desde experiencias, habilidades y conocimientos diferentes. 


Enfocándonos en la necesidad de cambiar un simple cargador, algo que en realidad no es tan simple, esta acción no puede ser diferente a lo comentado en las líneas anteriores, varios procedimientos y diversos tips, algunos supuestamente antagónicos y, para una gran cantidad de buenos fanáticos obcecados, solo hay una única forma correcta, la “suya” obviamente.


Pero… 

- ¿Realmente existe un único procedimiento?

- ¿Puede la situación, el entorno, las habilidades, el estado físico, anímico, entre otros factores de uno mismo, definir mejor que procedimiento emplear? 

- ¿Son todos esos tips antagónicos? 

- ¿Podrían ser realmente adaptaciones a según qué circunstancias dadas? 


Muchas preguntas, demasiadas para una mayoría de usuarios de armas, ante un acto tan aparente simple y sencillo como es cambiar un cargador vacío, o con poca munición, por uno lleno y completo. 


Lo cierto es que cambiar un cargador de una forma eficaz y rápida puede en muchos casos marcar la diferencia del resultado final de un enfrentamiento, ya saben “el diablo está en los detalles”, pero claro hay que conocer esos detalles al dedillo… y de paso al diablo.


A lo largo de la Historia los mejores guerreros, tácticos y estrategas han sido siempre los que más rápido ha sabido adaptarse y aplicar nuevas variables a las circunstancias. 


Anoten, antes de continuar, un pequeño tip mental:


En el trabajo con armas nunca nada es inamovible, muy al contrario, es adaptativo y evolutivo. 



Y ahora... ¿Neurología?

Me van a permitir, que remedio si están leyendo este artículo, explicar el por qué de mi terminología personal sobre la denominación de las técnicas de recarga de armas, después de todo me ha traído más de un agresivo comentario reprochándomelo en mis seminarios, hablo de  recargas reactivas y recargas proactivas.

En el rico idioma español, y más en sus versiones internacionales, existen infinidad de términos para definir cuando y como cambiar un cargador, y no hablaré de sinónimos del cargador mismo. 


Respecto al cambio tenemos de emergencia, táctico, operativo, administrativo, etc., entre los principales. Todos ellos son correctos y descriptivos, pero para mi opinión adolecen de definir la situación externa, del entorno en la que se realiza dicha acción, entorno externo sobre el que no tenemos control alguno.


En mi concepto considero que es más útil definir la situación interna personal, la única que se percibe claramente y sobre la que es posible influir directamente. Por todo ello empleo términos neurológicos como proactivo y reactivo, definiendo cómo actúa la mente ante una situación determinada, la que sea, pero en este caso aplicando estos mismos principios a los cambios de cargador.


Una acción proactiva:


Es aquella que se realiza por propia y consciente decisión. 


En el caso de una recarga es cuando se decide cambiar el cargador para poder disponer de uno completo en el arma, no tiene que haber un motivo concreto y definido, ni prisa o premura de tiempo, se considera pertinente y se actua pensando de forma activa en previsión de posibles acciones y necesidades futuras.


Una acción reactiva:


Implica, por el contrario, responder ante una situación ya dada. 


En nuestro caso que el arma se queda sin munición, donde técnicamente hablando el hecho de estar frente a un adversario o no es casi lo de menos. Se reacciona ante ese hecho que hay que subsanar con la mayor premura posible, actuando de forma reactiva ante un evento concreto y vital, no queda munición en el arma, algo que con o sin adversarios a la vista está que es un riesgo vital.


Como ven, ambas definiciones hacen mención a la actitud mental que debe poseer el profesional armado, sin entrar en cuestiones particulares, situaciones concretas ni circunstancias puntuales. Considerando siempre que es la mente la principal arma y, por tanto, la que debe ser pulida, afinada y afilada, empezando por utilizar términos, desde el punto de vista de la Neurolinguística, que faciliten dichas acciones. 


Algo que ya he comentado en trabajos precedentes, la mente inconsciente, la que toma el control en situaciones de supervivencia inmediata, no tiene sentido del humor ni interpreta, es literal y directa. El empleo de una u otra aparentemente simple palabra puede resultar una ayuda o un hándicap, dependiendo de los múltiples factores externos. Es siempre mejor buscar formas y términos que no le compliquen un trabajo ya de por si extremadamente complicado.


Ante la necesidad de recargar solo existen dos posibilidades, recarga reactiva o recarga proactiva, y sin duda ambas generan discrepancias fanáticas, empezando por como nombrarlas... como ya comenté...


Ahora añadan a esta "complicada" ecuación de recarga  que mientras la primera, la reactiva, tiene un procedimiento básico y reconocible de forma casi universal, la proactiva por su parte tiene dos procedimientos principales a considerar y muy discutidos por los especialistas  y/o expertos... con o sin comillas, lo dejo a su criterio.


En ambos casos es muy importante conocer y entrenar la enorme serie de pequeñas variaciones, en forma de tips adaptados a anatomías, situaciones, equipaciones y entornos más que a la acción de recarga en sí.


Por cierto, utilizo también estos dos términos en muchos otros casos y situaciones, no solo recargando, sino también en aspectos como son el tiro reactivo o proactivo, acciones reactivas, planificación proactiva, etc., etc. y etc.


Recarga Reactiva... la acción que puede marcar la diferencia.

Es más que obvio que ante la situación indeseable, pero por otro lado normal, de tener el arma vacía por haber consumido toda la munición, lo más importante es devolverla a la condición de lista para seguir disparando lo más rápidamente posible. Lo de menos es si el cargador vacío cae al suelo y se pierde, el factor de riesgo de indefensión es mayor que el factor de salvaguardar la equipación


Hasta ahí todo es sencillo, obvio y claro, veamos ahora unos pequeños detalles.


La Recarga Reactiva en condiciones operativas y en su procedimiento general y básico es muy sencilla:


1º - El arma deja de disparar y al presionar el disparador este no realiza ninguna mecanización.

2º - Levantamos ligeramente la pistola o giramos, también ligeramente hacia la izquierda, el fusil, en ambos casos sin perder de vista al objetivo mientras chequeamos la ventana de expulsión. 

        2º bis - Y por cierto... todos miramos esa ventana fatídica en una situación real.

3º - ¡El arma se ha quedado sin munición... /()(=9(("$ ! ... 

        3º bis - Normalmente esta evidencia surge con más de un exabrupto no actos para mentes puritanas.

4º - La mano que empuña genera la expulsión del cargador vacío.

4º bis - A la vez la mano de apoyo va a tomar un cargador lleno.

5º - Lo introduce de forma inmediata y precisa mientras el vacío cae.

6º - Esa misma mano acerroja el arma, dejando el arma lista para hacer fuego de nuevo.


Algunos seguro que sonreirán y pensarán... "Yo me ahorro varios pasos... lo hago mejor". Estoy seguro de ello, pero veamos mi excusa-explicación sobre mi tan larga cadena de acciones.


Desde mis primeros días en el ejército muchos instructores se empeñaban que contara los cartuchos para saber cuándo recargar para "jamás de los jamases" quedarme con el arma vacía. Como procedimiento standard muchos lo conocerán, y seguro que lo habrán sufrido. Ahora bien:


- ¿Cuántos de Uds. lo hacen realmente?

- ¿En pleno y verdadero estrés vital? 

- ¿Cuándo la cabeza quiere “ver” lo máximo posible? 

- ¿Cuándo quieren abatir ese blanco antes que él lo haga con Uds.? 

- ¿Cuándo todo el entorno se ha reducido al ancho de las miras? 


Sean sinceros, al menos para Uds. mismos:


- ¿Cuántos cuentan los disparos? 


La respuesta es sencilla y escabrosa, en un enfrentamiento... nadie.



Para aquellos que insistan que ellos si lo hacen, que saben en todo momento cuanta munición han consumido y la que les queda, mis más asombradas e incrédulas felicitaciones, entonces podrán poner en práctica el tip comentado, dejar un cartucho en recámara mientras insertan un cargador nuevo y completo, ahorrándose el paso de acerrojar su arma. Mis felicitaciones… o eso creo...

Para el resto de los pobres mortales a los que no nos es posible contar en situaciones de verdadero, real y vital estrés, siempre aconsejo que no pretendan acerrojar sus armas, las que sean, largas o cortas, presionando diminutos botones o palanquitas, para llevar los cierres adelante arrastrando un cartucho a la recámara. 


Botones o palanquitas los cuales, por cierto, suelen "encogerse" aun más de tamaño en situaciones de riesgo vital... curioso encogimiento tal cual como dicen algunos que también ocurre con cierto esfínter y gónadas...


El punto principal del párrafo anterior, no la parte del "encogimiento" anatómico, lo comento por varios motivos, como son las prisas, el sudor, uso de guantes, pérdida del tacto fino, etc. debido todo ello al coctel fisiológico, entre otros muchos otros factores que surgen cuando la vida está en juego, y que hacen que sea sumamente difícil encontrar esos mismos botoncitos y palanquitas


Por otro lado, no siempre los cierres se quedan atrasados y bloqueados tras disparar el último cartucho de un cargador, pudiendo ser la causa de una pérdida mayor de tiempo, al creer tener un cartucho en recámara y estar en realidad vacía. Siempre recomiendo acostumbrarse a acerrojar, ya sea con una pistola o con un fusil.


Pese a todo lo anterior debo decir que no considero totalmente incorrecta la técnica de entrenar el presionar de palancas o botones, por más reducidos que se vayan haciendo con el aumento de estrés. La repetición inteligente puede conseguir minimizar muchos errores de tacto, de forma que se conviertan en prácticamente inexistentes. No obstante, aun así existe el riesgo de que el cierre haya quedado adelantado con la recámara vacía y de todas formas se deba acerrojar. 


Personalmente prefiero aprender un solo movimiento que resuelva cualquier situación que se me pueda presentar. 


Por otro lado, mientras con las pistolas apenas hay diferencias de acerrojado, con las armas largas es otro cantar, cada fabricante y/o modelo tiene su forma específica de acerrojado que debe ser entrenada, un AK47 no es un HK G36, ni un FN FAL es un FN Five Seven. Ténganlo en cuenta.


Una vez llegados a este punto hay irreductibles que perjuran que no deben deshacerse del cargador vacío hasta que el lleno esté casi en el arma. Las razones que se ofrecen son múltiples y variadas, aunque en mi opinión estando el arma ya vacía lo que realmente interesa es tenerla despejada lo más rápidamente posible para insertar el lleno y seguir enfrentado un adversario(s) aun activo. 


Entrenando correctamente ambas manos, y sus dedos con ellas, puede realizarse todo de forma simultánea, una desalojando el cargador vacío y otra agarrando, trasladando e introduciendo el lleno y acerrojando finalmente. 


Se pueden conseguir tiempos relativamente buenos, tanto con arma larga como con arma corta, entorno al 1.5 segundos por lo bajo y 3 segundos en lo alto, pero incluso 4 segundos puede considerarse una buena marca si con ella como referencia se entrena inteligentemente para ir reduciendo el intervalo.


Recarga Proactiva.

Como ya se comentó en las líneas precedentes, en la recarga proactiva no hay tanta premura de tiempo, se decide completar la munición del arma por lo que pueda suceder, pero no existe un peligro inmediato enfrente al que reducir, ya que si así fuese se seguiría disparando hasta consumir toda la munición o abatir la agresión, lo que suceda antes, y pasar a realizar una recarga reactiva


Por tanto no es necesario deshacerse y dejar caer al suelo el cargador a medio usar, a veces esos pocos cartuchos restantes pueden marcar una diferencia vital unos minutos más tarde, si se saben guardar, obviamente. 


Las recargas proactivas difieren poco de las reactivas, salvo que el cargador “usado” no debe dejarse caer y si “guardarlo” en algún lugar, siendo este punto donde se observa el primer tip diferenciador de los dos sistemas de recarga proactivatip diferenciador que genera infinitas discusiones bizantinas. 


Procedimiento uno de recarga proactiva:

  • La mano de empuñe procede a destrabar el cargador usado.
    • Si el diseño del arma lo permite, en las cortas no suele haber problema, pero con las armas largas no todas permiten este acto con la misma mano que empuña.
  • La mano de apoyo lo extrae y coloca o deposita en alguna parte del equipo del tirador.
  • Tras lo cual la misma mano de apoyo busca un cargador lleno.
  • Procediendo finalmente a introducirlo en el arma.

Los tips posteriores son idénticos a los comentados en el caso de la recarga reactiva, no variando en detalle alguno, salvo que normalmente no es necesario acerrojar el arma ya que disponemos de un cartucho en la recámara.


Los detractores de este procedimiento alegan que el tiempo de recarga se ralentiza en exceso, pero lo cierto es que en ejercicios cronometrados los tiempos han coincidido casi en exactitud con las recargas reactivas, con mínimos medios de 1.38 segundos y máximos aceptables de 3.30 segundos. 


Lo innegable es que este procedimiento es sencillo de entrenar ya que la mano de apoyo solo debe realizar un movimiento, de bajada y subida, con lo que la habilidad y el tiempo invertido en dominar toda la acción es muy asimilable y sencillo de mantener. Por otro lado los problemas de tacto y estrés se ven bastante reducidos al no implicar movimientos ni agarres finos ni exageradamente precisos.


Estoy relativamente seguro que más de uno/a se habrá dado cuenta que escribí, “coloca o deposita”, ¿qué diferencia hay? 

Antes de continuar hagamos un pequeño inciso: 

No es recomendable situar cargadores a medio usar junto con los llenos, las confusiones que se pueden crear podrían resultar letales

El cargador usado debe ubicarse sobre uno mismo y disponible para un caso de necesidad, pero separado de los llenos. Puede  colocarse entre el cinturón y el abdomen, dentro de la camisa o chaleco si se porta, o incluso  en la menos recomendable de las soluciones, en un bolsilloUna posibilidad muy en boga es depositarlo en una bolsa de descarga situada para estos casos en el cinturón. 

En todos los casos es posible disponer de ellos en una emergencia sin que se mezclen nunca con los completos, evitando el riesgo de generar errores fatales al creer estar introduciendo uno lleno en el arma.


Procedimiento dos de recarga proactiva:


Este procedimiento implica que deben realizarse dos acciones simultáneas relativamente complicadas pero no imposibles si se entrenan con constancia.

  • La mano de apoyo va primero por el cargador lleno.
  • Lo mantiene sujeto entre el índice y corazón en oposición con el pulgar.
  • Con el meñique y el anular en oposición con el talón de la mano agarra el cargador usado que es liberado en ese momento por la mano de empuñe.
  • Lo extrae y mantiene retenido para, con un giro de muñeca, introducir el cargador lleno.
  • Tras lo cual lleva el cargador usado va al mismo lugar comentado en la recarga anterior.

Los defensores de esta ejecución comentan que de esta forma el tiempo sin munición es mínimo; y los detractores alegan que el stress, sudor, humedad, guantes, tamaño de las manos y habilidad requerida la hacen muy complicada como procedimiento operativo. 


Lo cierto es que con entrenamiento inteligente y buen criterio se pueden conseguir tiempos medios entre 1.42 y 3.40 segundos casi con cualquier arma, larga o corta, cosa que está bastante bien.


La mano de apoyo debe realizar algunas acciones de ir, volver y manejar volúmenes relativamente grandes, pero insisto que no es algo negativo ni contraproducente, tengo manos muy pequeñas y recargo un G36 con este método sin problema alguno, incluso con guantes.


Tan solo requiere una inversión en tiempo de entrenamiento y mantenimiento algo mayor, pero nada que no pueda llevar a cabo por un buen profesional … con un disciplinado e inteligente trabajo diario.


Aunque en el 75% de las situaciones empleo el procedimiento uno, también practico el dos y me resulta muy útil en el 25% de muchas otras situaciones.


Pragmatismo y adaptación, virtudes de un profesional armado.


Se que es una parábola que cuento muy a menudo, no, demasiado a menudo.... pero la de "el elefante y los cinco sabios ciegos" es demasiado larga.


Según una antigua leyenda, existía un diamante con miles de facetas que mostraba la verdad mirando a través del mismo. Obviamente nadie veía una verdad común, ya que cada cual miraba por una faceta distinta que modificaba la verdad a su ojo y le hacía pensar que era el único que veía lo correcto. 


El primer gran sabio fue aquel que intentó mirar por el mayor número de facetas posibles, sumando todo lo que observaba para hacerse con una imagen lo más completa y aproximada posible de esa verdad.  


Y han leído bien, lo más aproximada posible, ya que no existen verdades absolutas, lo lamento por los dogmáticos respecto a sus realidades.


Debemos ser pragmáticos, es una de las virtudes principales que un operador armado con posibilidades de éxito necesita poseer. Si además poseen la capacidad de adaptación, sin duda todo ello es prueba de que saben pensar… de forma pragmática y adaptativa. 


Con esas tres virtudes las posibilidades de supervivencia pueden considerarse como mínimo mucho más amplias.


Recuerden, si solo tienen un martillo solo verán clavos, si tienen una caja completa de herramientas, y saben usarlas y sacarles partido en cualquier entorno y situación, sin duda podrán adaptarse a casi cualquier situación y entorno con las máximas posibilidades de supervivencia.


Cuídense y cuiden de los suyos.

domingo, 21 de abril de 2024

Multitareas y conciencia situacional, subconsciente y el superpoder .... el enfoque inteligente para sobrevivir en combate.

Multitareas y conciencia situacional, subconsciente y el superpoder .... el enfoque inteligente para sobrevivir en combate.


Por Cecilio Andrade.


Empuñar, desenfundar, apuntar, manipular, moverse, conciencia situacional, y…  ¿Una sencilla multitarea? … ¿Alguien da más?… pues claro que sí… pequeños saltamontes... siempre hay algo más...


Sin duda un comienzo de artículo polémico, sin duda, pero también se que no tienen duda alguna que durante la multitarea de un enfrentamiento, su atención y enfoque se dividirán de manera segura, precisa y efectiva, algo sobre lo que todos Uds. están seguros, convencidos y, sobre todo, tranquilos ya que ello será siempre así.


Modo irónico en OFF.


Pues no lamento decirles que desde la perspectiva de las ciencias cognitivas todo ello es más falso que un euro de corcho.


La atención es un canal estrecho, fijo e imposible de dividir. En lugar de la creencia popular de poder dirigir simultáneamente la atención dividida en varios focos, lo único que realmente se logra, si se logra, es llevarla de un lado a otro con más o menos control. Imaginen que disponen de un conmutador que alternara rápidamente la atención concentrada de foco en foco.


El recurso más valioso de ese 1,4 kg de gelatina llamado cerebro no es el cociente intelectual, ni la memoria, ni tan siquiera la capacidad social, sino el maravilloso superpoder que le otorga su enorme capacidad de enfoque


Evolutivamente la capacidad de resolver los problemas vitales, especialmente los que impliquen la propia supervivencia, gira en torno a la minimización de las distracciones. Capacidad centrada en la eliminación de los distractores molestos que desenfocan la atención y generan pérdida de tiempo, del que no se dispone en un evento de supervivencia del tipo que sea.


Pretender descubrir y emplear una pastilla, un sistema o un talento único, no nos llevará muy lejos. La solución que se precisa no es tecnológica ni mágica, sino cognitiva. La fuente de las distracciones no radica en algo externo sino en el mismo cerebro. Agrade o no, lo cierto es que nadie puede concentrarse simultáneamente en todo, pero pueden crearse formas de enfoque, atención y concentración con el “ancho de banda” suficiente como para poder pasar de un foco a otro con la rapidez, eficiencia y precisión requeridas para realizar cualquier tarea exigente, como puede ser, por ejemplo, luchar por su vida, o darle el biberón a un bebe mientras lee esta nota corta en su teléfono, tableta o computadora.

Atención y memoria son capacidades cognitivas, distribuidas y conectadas a todas las enormes propiedades de esa impresionante, si es utilizada correctamente, masa gris sita entre oreja y oreja. 


No debemos permitir que el desenfoque generalizado y aceptado por la sociedad actual embote el filo de una capacidad importante para tantos y tantos aspectos vitales, aun sin hablar de combates, supervivencia, estrés y un larguísimo etcétera de asuntos. No podemos ni debemos obviar que un foco de atención estable y dinámico  contribuirá a crear una herramienta imprescindible en el día a día cotidiano para cualquier éxito profesional, personal, intimo e incluso familiar.


La capacidad de focalizar la atención aumenta en la medida en que lo hace el número de datos que proporcionan información crucial para la propia supervivencia, por más estresante y sorpresiva que sea la situación. Datos inconscientes convierten los sentidos, principalmente ojos y oídos, en fuentes clave que nos guiarán a movernos eficazmente en combate. 


Captar un gesto delator y reaccionar de un modo aparentemente automático y casi instantáneo, saliendo de la línea de ataque y desenfundando o encarando el arma que se porta, resolver un cambio de cargador, o una interrupción, mientras nos movemos a la vez que controlamos los movimientos y acciones del agresor o agresores, por ejemplo, forman parte de ese tipo de enfoque inconsciente.


Entrenar todo ello con el máximo grado de atenciónfocalización y concentración, así como de forma activamente inteligente, aprendiendo de cada repetición, son los potenciadores de una efectiva capacidad de atención inconsciente cuando la situación real no nos permitirá análisis alguno. Un eficaz entrenamiento crea sendas cognitivas seguras y exactas que se convertirán en reflejos y/o instintos adquiridos, con resoluciones muy cercanas a los instintos innatos.


Coordinar lo que se ve y lo que se hace potencia el funcionamiento cognitivo en los entrenamientos, lubricando las acciones para un posible y/o potencial enfrentamiento. Sin duda, la cuota disponible de memoria operativa es muy pequeña, pero el monto global de información que es posible recibir y emitir a través de esa estrecha rendija resulta extraordinario. 


La capacidad de detectar de forma inconsciente algo que genere acciones y reacciones aparentemente instantáneas está ahí, pero necesita ser pulida y trabajada con el esmero del mejor tallador y pulidor de gemas.


¿Cómo es posible potenciar estas capacidades innatas tan menospreciadas?


Anoten:

  • Con un enfoque preciso para preparar los entrenamientos.
  • Con un enfoque preciso para realizar los entrenamientos.
  • Con un enfoque preciso para analizar los entrenamientos.
  • Con un enfoque preciso para aplicar las conclusiones extraídas.
  • Y, obviamente, con un enfoque preciso para permitir la ejecución de los instintos adquiridos.

Lo cual nos lleva a modo de resumen mnemotécnico:

  • Entrenamiento y enfoque.
  • Aplicación y enfoque.
  • Atención y enfoque. 
  • Concentración y enfoque.

¿Difícil? ... sin duda porque no se trata de una serie de moda en Netflix o Amazon ¿verdad?


Consciente descendente vs subconsciente ascendente.


"Por favor Cecilio, vamos a disparar… solo disparar… 

déjate de subconsciente… consciente… ascendente … descendente…. 

y demás zarandajas... solo disparemos... por favor..." 


Gran parte de aquello en lo que la mente consciente cree realizar voluntariamente, decidir, concentrarse, pensar y planear, quizá en todo, discurre por los circuitos subconscientes, entre las bambalinas nombradas en el capitulo anterior, o en otros artículos. 


Evolucionando por millones de años los increíblemente veloces circuitos ascendentes favorecen el pensamiento a corto plazo, los impulsos y la toma rápida de decisiones, necesarias para la lucha por la supervivencia. 


Las áreas superior y frontal del cerebro como circuitos descendentes, son "aplicaciones", en argot moderno, recién “instaladas”, y su “programación” se produjo hace “tan solo” unos centenares de miles de años.


Los circuitos descendentes otorgan capacidades que permiten la autoconciencia, reflexionar y planificar. Se trata de un foco intencional que proporciona a la mente una palanca para equilibrar su soporte físico, el cerebro. Cada vez que se cambia el foco de atención de una tarea, plan, sensación o de una emoción a otra, se activan e implican una enorme cantidad de circuitos cerebrales


Evocar una reunión de amigos basta para que se estimulen las neuronas del placer; el recuerdo de una actividad con un amigo que ya falleció activará circuitos de tristeza; y el ensayo mental, o visualización, de un ejercicio de tiro efectivo fortalece, igualmente, la activación de axones y dendritas encargadas de coordinar los movimientos correctos a realizar.

El diseño evolutivo del cerebro humano es increíblemente sofisticado y eficaz, pero ello no quiere decir que sea perfecto. El sistema más antiguo, el ascendente, funcionó bastante bien durante la mayor parte de su evolución, pero actualmente son varios los problemas que genera su diseño. 


Siendo el sistema dominante tiende a funcionar bien normalmente, pero hay casos, como las adicciones, las rutinas tranquilizantes y/o las acciones imprudentes, en los que sus actos pueden volverse imperfectos e inadaptados al entorno actual.


La necesidad de sobrevivir instaló en el cerebro, durante su más temprana evolución, programas ascendentes destinados a la supervivencia, procreación y crianza, separando lo placentero de lo desagradable, buscando eludir las amenazas mientras localiza las fuentes de alimento. 


Sin embargo en el mundo actual se necesita muy a menudo contrarrestar esa corriente de “caprichos” e impulsos ascendentes, debiendo aprender a gestionar eficientemente la parte descendente de la mente.


Si se pudiera disponer en una balanza a estos dos sistemas, se inclinaría siempre, por economía energética, del lado del platillo ascendente. Los esfuerzos cognitivos, como la atención al control del entorno para detectar amenazas, o el aprendizaje y entrenamiento de nuevas habilidades, requieren mucha atención y, por ende, un muy alto coste energético. 


Ahora bien, cuantas más repeticiones inteligentes se realicen de una habilidad anteriormente novedosa, más rutinaria se torna, siendo asumida por los circuitos ascendentes, principalmente por una red neuronal del tamaño de una pelota de golf situada en la base del cerebro, justo encima de la médula espinal, los ganglios basalesCuanto más se ejercita una determinada rutina, mayor es la participación en ella de esta “pelotita”, restando trabajo y esfuerzo, y por tanto reduciendo el consumo de energía, a otras regiones del cerebro. 


La distribución de las tareas mentales entre los circuitos ascendente y descendente se atiene al criterio de obtener con el mínimo esfuerzo el máximo resultado. Es por ello que cuando la familiaridad acaba simplificando una determinada rutina, el control cambia, en una transferencia neuronal que cuanto más se automatiza menos atención requiere, pasando de descendente a ascendente, de consciente a subconsciente.


De este máximo de automatización e involuntariedad surge el estado de flujo, cuando la experiencia repetitiva permite prestar atención sin esfuerzo a una tarea exigente, sea esta un ejercicio de tiro en polígono, defenderse de un ataque o simplemente subir una escalera a la carrera, actividades que requieren, si no se han ejercitado suficiente o correctamente, una atención deliberada. 


Una vez dominadas las habilidades requeridas para satisfacer su ejecución efectiva dejan de exigir un esfuerzo cognitivo específico, liberando atención consciente para destinarla a lograr otras acciones o cotas más elevadas de desempeño, sean estas cotas necesarias por pura supervivencia o por una búsqueda consciente de la excelencia en la acción.


Ver a campeones del más alto nivel de trabajo con armas, como por ejemplo mi buen amigo Eduardo de Cobos, demuestra con su fluidez y sencillez de acción que ha practicado muchas miles de horas, hasta que su mente se encuentra en un estado de flujo ascendente, actuando sin que cada gesto requiera pensar en el. Su estado mental es el que determina entonces su grado de concentración y, consecuentemente, su altísimo grado de desempeño. Cuanto más logra relajarse y confiar en el sistema ascendente, más libre y ágil se torna su mente, y por ende, su desempeño final.


Algo que solo se consigue tras muchas horas, unas 10000 como poco, de trabajo inteligente, enfocado y concentrado.


Entrenamiento inteligente y enfocado.

Hoy en día es más que habitual escuchar o leer a un gran número de “expertos” del tiro “táctico” poniendo como referencia de tal o cual técnica mega-espectacularque obviamente ellos enseñan por ser "expertos" a, de nuevo, tal o cual mega-espectacular unidad de operaciones o fuerzas especiales. Lo han convertido en parte del vocabulario estándar de sus clases. 


Hablan de las aparentemente de estas cuasi-mágicas técnicas que emplean, pero raramente hablan de la enorme capacidad para ver el entorno, es decir, la conciencia situacional para interpretar las acciones del bando contrario y detectar incluso sus intenciones. Gracias a lo cual podrían anticipar sus movimientos y ganar unos segundos, a veces tan solo centésimas de segundo, preciosos para lograr realizar una acción lo más efectiva posible. 


El desarrollo de ese tipo de conciencia, percepción si lo prefieren, como la de, a modo de ejemplo, cuando debe esquivar ese obstáculo y moverse a aquel parapeto del que apenas es consciente mientras dirige su arma hacia la última posición conocida de sus adversarios, requiere de una práctica extraordinaria que si bien al comienzo exige mucha atención, luego discurre de manera automática. 


No es nada sencillo, desde la perspectiva del procesamiento mental, seleccionar el movimiento más adecuado cuando uno se halla bajo el peso del “tonelaje” del estrés obvio del caso. 


Un operador, del tipo que sea, debe procesar simultáneamente los caminos de acceso a dos receptores distintos, al tiempo que procesa y responde a los movimientos de los adversarios, desafío solo superable si los circuitos ascendentes están bien lubricados, ya que de lo contrario le resultaría abrumador tener que razonar conscientemente cada movimiento.

Los entrenamientos inteligentes, junto a recientes estudios neuronales, han puesto de relieve que pensar, no hablemos de cuestionar, en los detalles de una técnica mientras se está ejecutando es la mejor receta para el fracaso. 


Algo más que evidente cuando los operadores tienen que moverse velozmente en un entrenamiento dirigido, a través de los ataques de sus agresores simulados, siendo conscientes de la técnica que deben ejecutar y a la vez sabiendo que los instructores les están evaluando de la misma. Todos nos reconocemos en estas circunstancias, ¿verdad?, y cometemos más errores.


Y esto también sucede cuando un tirador de IPSC o IDPA centra su atención, cuando está a punto de sonar el pitido de comienzo, en si debe colocar los brazos de tal o cual modo, o cuando es el mejor momento para recargar.


La corteza motora funciona mejor cuando lo hace por su cuenta sin interferencias de cualquier tipo, lo que en el caso de un operador experimentado se traduce en miles de horas de práctica inteligente para integrar profundamente esos movimientos en sus circuitos neuronales.


Cuando la corteza prefrontal se activa y empieza a pensar en lo que está haciendo o, peor aún, en el modo en el que lo hace o ha de hacer, el cerebro otorga cierto control a los circuitos que saben perfectamente cómo pensar, analizar y preocuparse, pero desconocen el modo de llevar a cabo el movimiento con la fluidez y la soltura requeridas. 


Y esa es, independientemente de que se trate de un enfrentamiento con un tirador solitario, la defensa contra un robo o un combate en Faluya, la mejor receta para el fracaso. Centrar exclusivamente la atención, durante la revisión de un ejercicio, en lo que no hay que hacer en el siguiente paso es el otro modo más seguro de obstaculizar el rendimiento. Ponerse excesivamente analítico durante la ejecución es un obstáculo para cualquier tipo de efectividad. 


Uno de los aspectos del párrafo anterior es la desafortunada reacción mental de acabar realizando alguna acción sensible que habíamos decidido no ejecutar, tipo de error que  aumenta estando distraídos, estresados o, en cualquier sentido, mentalmente cargados. En esas circunstancias, el sistema de control cognitivo, destinado por lo general a controlar los errores en que se ha incurrido, por ejemplo “no he recargado correctamente”, puede servir involuntariamente de cebo mental, aumentando la probabilidad de incurrir de nuevo en el mismo error. 


Hagan una prueba antes de un ejercicio de tiro, piensen detallada y minuciosamente en lo que no deben hacer. Como mínimo les costará más esfuerzo hacerlo bien.


La sobrecarga de atención entorpece el control mental. Por eso, cuanto más estresados nos sentimos, olvidamos realizar muchas de las acciones que en la calma de entrenar solo y tranquilo en el polígono de tiro se realizan sin error alguno.


Es necesario relajarse, pero en este sentido, respecto a los problemas que acompañan al empeño intencional de relajarse, hablamos de una acción que funciona mejor cuando se permite que suceda sin forzarla. El sistema nervioso parasimpático, que se activa tras las acciones violentas de luchar o huir para sobrevivir, actúa independientemente del cerebro ejecutivo, que piensa consciente y detalladamente en ellas. 


Añadamos, para terminar este denso artículo, que hoy en día se vive inmersos en miles de distracciones digitales. Distracciones que generan una sobrecarga cognitiva casi constante, desbordando la mejor capacidad de autocontrol, acabando por convertir en costumbre el olvidar enfocarse en un entrenamiento inteligente, debido a lo cual es imposible generar eficazmente los necesarios reflejos o instintos adquiridos, y por ello el sistema ascendente no tendrá nada de lo que echar mano cuando le toque luchar por la supervivencia… ni más ni menos.


Cuídense y cuiden de los suyos.

domingo, 14 de abril de 2024

La posición del brazo de apoyo con arma larga, mucho más que una simple moda.

La posición del brazo de apoyo con arma larga, mucho más que una simple moda.

Por Cecilio Andrade.


Posición “recogida”.


Por algún punto hay que comenzar... y sin la menor duda es esta posición la más común desde el punto de vista operativo, con la mano de apoyo recogida generalmente sobre la embocadura del cargador del arma, ya que a pesar de no ser perfecta en todos los aspectos, es la que mejor se adapta a cualquier tipo de arma, independientemente de forma, calibre y tamaño. 


Por otro lado es muy fácil de adoptar, y para demostrarlo prueben con un sencillo ejercicio, colóquense en guardia de boxeo, la típica, ambos puños alzados, tronco ligeramente en oblicuo hacia el hipotético adversario, con  lo cual queda una mano levemente por delante de la otra, ¿ya la tienen?, ahora que alguien les coloque un fusil en las manos sin que Uds. modifiquen apenas su posición más que para adaptarla al tamaño del arma, y ... ¿Qué han obtenido? ¿Una posición de púgil o de boxeador?

La mano de apoyo se sitúa sobre la embocadura del cargador, o dejándolo muy próximo a la misma.


Ambos brazos permanecen lo más cercanos que sea posible al tronco superior. 


Ambos antebrazos tienen un ángulo respecto del brazo y tórax del orden de entre 30º y 45º, adaptándolo obviamente a los parámetros ya descritos de tamaño del arma, equipación y envergadura del tirador. 


El brazo de apoyo es casi una imagen en espejo del brazo principal, aunque esta semejanza depende mucho, de nuevo, del tamaño del arma respecto del tirador, al obligarlo a alargar o recoger más el brazo. 


El hombro principal está ligeramente atrasado dejando el tronco en oblicuo en relación a la línea de tiro del fusil. 


Lo que me recuerda… ¿aún sigue siendo parecida a la posición de púgil?


 El error más común suele ser abrir uno o ambos codos, lo que se traduce en un mayor agotamiento, pérdida de control de tiro en lateralidad, con la deriva correspondiente, y dificultar los movimientos verticales.


Como ventajas podemos destacar, entre otras:

  • El apoyo del arma en posición de tiro se realiza sobre los huesos más que con los músculos, lo que permite mantenerse descansados y operativos por más tiempo en acciones prolongadas y exigentes.
  • El control físico y las manipulaciones del arma, cambios de cargador o interrupciones entre otras, son más sencillas y cómodas por la cercanía de la mano de apoyo que las realiza.
  • Los movimientos verticales del arma son muy fácilmente controlables.
  • Resulta más difícil ser desarmado desde esta posición ya que ambos brazos pueden ejercer máxima fuerza y control sobre el arma.
  • Portando accesorios pesados en la parte frontal del arma puede facilitar levemente el alzarla y mantenerla elevada.
  • Si se requiere puede realizarse un tiro más preciso situando el codo de apoyo en el abdomen, adoptando una posición de tiro muy parecida, pero no igual, al tiro deportivo, eso sí…. estática.
  • Es fácil controlar las transiciones de armas así como los cambios de hombro.
  • Es aplicable a casi cualquier tipo de arma independiente de calibre y longitud.
  • Cómoda de emplear en recintos muy cerrados y/o vehículos.

Obviamente también deben conocerse sus desventajas:

  • Para disparos lejanos sin apoyo y/o de extrema precisión, la boca de fuego “baila” en exceso.
  • En posición de espera el arma está más controlada sin duda, pero los brazos pueden agotarse pronto, especialmente el de apoyo.
  • En los cambios de objetivo y giros rápidos es fácil rebasar el blanco por la inercia generada  por todo el peso del arma situado por delante de la mano de apoyo.
  • Aunque lo comenté como ventaja, lo cierto es que con demasiados accesorios pesados en la parte frontal puede también generar mayores oscilaciones, temblores y efectos de inercia para los disparos rápidos de combate, giros, en movimiento y/o tiro de precisión de pie sin apoyo.
  • Es fácil tapar la ventana de expulsión especialmente en las armas que son relativamente pequeñas y/o con operadores con gran envergadura de brazos y manos grandes.
  • En algunas armas es relativamente fácil, por las mismas razones que en el punto anterior, presionar inconscientemente determinados palancas y botones, por ejemplo, en el M4 es muy común presionar con estrés el retén del cargador, incluso para manos pequeñas como las del gnomo que les escribe este ensayo.
  • En algunos modelos de armas no es aconsejable agarrar directa y/o únicamente el cargador, debido a que este puede desalinearse generando interrupciones indeseables.
  • En disparos tras parapetos es sencillo cometer el error de disparar al mismo obstáculo.


Posición extendida.


Continuando con la línea argumental del punto anterior, esta posición, relativamente fácil de adoptar, es de uso común en el ámbito deportivo del IPSC con carabina y en alza en los entornos operativos.


La mano de apoyo se aleja lo máximo posible, sin rigidez excesiva, buscando que la posición y tensión del codo sea muy similar a la requerida para la posición isósceles clásica con pistola. 


Es posible colocar la mano por encima o por debajo del arma, lo cual depende mucho del tamaño del arma respecto del usuario, de todas formas se debe considerar siempre unos centímetros importantes para no tapar la boca de fuego de forma peligrosa. 


En este caso los errores más comunes son no llegar a extender completamente el brazo, darle excesiva rigidez o sacar el codo hacia el exterior. Todo lo anterior genera cansancio y tiende a desviar los disparos en lateralidad, ya sea a la derecha por falta de tensión o a la izquierda por exceso de la misma, hablando respecto a la gran mayoría de tiradores diestros. 


El brazo principal no varía su posición de la ya descrita anteriormente en otros artículos, pero el hombro principal si está ligeramente más adelantado que en la posición recogida, ya que la cantonera del fusil se sitúa levemente más centrada respecto al tórax que en la posición anterior.


Como ventajas se pueden destacar:

  • Eficacia y precisión para disparos en movimiento para distancias medias y lejanas.
  • En posición de espera el arma está más controlada y los brazos pueden mantenerse más descansados.
  • En los cambios de objetivo y giros es fácil controlar la inercia del arma, incluso con accesorios pesados, lo cual facilita dichos cambios de objetivo.
  • Es también relativamente fácil controlar las transiciones de armas.
  • En tiro tras obstáculos es más sencillo asegurar la posición del cañón respecto al borde del parapeto.


    Igualmente como desventajas deben destacarse:

    • El apoyo del arma en posición de tiro se realiza con los músculos, especialmente sufren más tensión el hombro y el codo de apoyo en los giros contra varios objetivos, por lo que resulta una posición más agotadora que no permite mantenerla de forma prolongada y exigente.
    • El control físico y de manipulaciones del arma, como cambios de cargador o solucionar interrupciones, es ligeramente más lento e incómodo, sobre todo si no se entrena debidamente.
    • Los movimientos verticales rápidos del arma pueden acabar rebasando la zona a batir si no se entrena correctamente.
    • Resulta más fácil ser desarmado ya que la posición de ambos brazos no permite su máxima tensión y potencia de agarre, resultando relativamente fácil luxar el brazo de apoyo.
    • Dependiendo del tamaño y accesorios del arma puede hacer más pesado y lento su manejo.
    • En interiores muy cerrados, como vehículos, es incómoda de emplear, generando además un riesgo de daño al codo de apoyo, e incluso a los dedos de la mano de apoyo.

    Posiciones intermedias.


    Respecto a las posiciones intermedias, esta definición encuadra todas aquellas donde la mano de apoyo no está ni recogida lo máximo posible, ni extendida también al máximo. 


    Muchos operadores e instructores tienen catalogaciones para cada ángulo específico, personalmente opino que como esto depende de condiciones tan individualizadas, y en muchos casos particulares de cada operador, es más sencillo compendiarlas en una solo tipo. 


    Las condiciones generales de uso son las comentadas en la nota sobre la mano recogida, variando tan solo el ángulo entre brazo y antebrazo. La variación de dicho ángulo dependen en mayor o menor medida de lo ya comentado en la relación del tamaño del arma respecto a la envergadura del tirador y en relación con el  equipo que porta. 


    Al ser tan variada y personal la adopción de estas posiciones intermedias, realizar un desglose de ventajas y desventajas no sería realista, ya que lo cierto es que la posición utilizada caerá dentro de los parámetros de alguna de las dos principales posiciones ya descritas. Por regla general, estas posiciones intermedias, son adaptaciones anatómicas personales, más o menos acertadas y/o correctas de las dos anteriores. 


    En si mismas no son posiciones incorrectas por no estar en uno u otro extremo, son adaptaciones, por lo tanto cada tirador requiere un análisis individual y personalizado, basado en el grado de extensión o flexión de su brazo respecto a los parámetros de las posiciones ya descritas como extendida o recogida.


    Entonces... ¿Qué posición debemos adoptar? 


    Llegados a este punto a muchos les surgirá esa pregunta directa:


    - "A ver, Cecilio, sin excusas, ¿cuál es "tu" técnica con arma larga?… te toca dejarte de tonterías filosóficas y "mojarte".... ... y te advierto que solo puedes usar una".


    Intentaré responder, pero no creo que pueda dejar de lado mi vena filosófica, histórica ni ... siendo sincero, pedante.


    Disparando armas largas se habla siempre de cuestiones de brazos, hombros, codos, manos, torso, piernas, y… ¿Qué falta? 


    Cuando paseando por la montaña, por ejemplo, se necesita definir un soez ¿dónde ca%!/$… estoy?, el método estándar es sacar el rumbo inverso a tres puntos visibles e identificados en el plano. Dibujando y cruzando esas tres líneas sobre el plano mostrarán normalmente un diminuto triángulo dentro del cual ya no se estará tan perdido. Es posible localizarse con dos líneas pero la precisión no será tan exacta. 


    Con el tiro de combate ocurre lo mismo, con dos líneas de control, léase los dos brazos, es posible ser preciso, mas no del todo exactos, falta algo, y ese algo es el control de altura de la línea de tiro. Con la mano principal se controla, dirige y dispara el arma, con la mano de apoyo se controla altura y deriva. La tercera pata de un trípode de estabilidad, o la tercera línea de referencia del plano si les gustó el símil anterior, sería el contacto de la culata con la mejilla, que es la que nos otorga la precisión.


    Mirando de frente al objetivo, sin duda nadie mínimamente responsable disparará apuntando de reojo, la cara se coloca creando una línea imaginaria entre la mejilla, la culata del arma y el blanco, línea sobre la que se sitúa el eje del arma y la línea de miras


    Con los dos puntos de apoyo y  el de referencia, ambos brazos y mejilla respectivamente, el arma quedará dirigida con precisión. 


    Ahora es cuando le toca a los tres ojos, los dos del tirador y el del arma con la boca de fuego, buscar el punto exacto donde deben converger sobre el objetivo.


    La inevitable filosofaba táctica de Cecilio.


    Según una antigua leyenda, existía un diamante con miles de facetas, un diamante que mostraba la verdad mirando a través del mismo. Obviamente nadie veía lo mismo, cada cual miraba por una faceta distinta que modificaba la verdad a su ojo y le hacía pensar que era el único que veía lo correcto. El primer gran sabio fue aquel que intentó mirar por el mayor número de facetas posibles, sumando todo para hacerse una imagen lo más completa y aproximada posible de esa verdad.  


    Y han leído bien, lo más aproximada posible, no existen verdades absolutas, lo lamento por los dogmáticos respecto a las realidades, aunque... siendo sincero, en absoluto lo lamento.


    Como individuos nos distingue muchas cosas, forma física, constitución, habilidades, actitudes, aptitudes, experiencias, criterios, moralidad, principios, trabajo habitual, por nombrar lo más habitual. 


    Ahora imaginen a nivel internacional, y específicamente hablemos de instructores, cada cual con su mayor o menor ego, con su deseo o no de distinguirse, de sacar algo único que lleve su nombre, y obviamente cada uno con su verdad, con su visión única y puntual de una única faceta de ese enorme diamante, táctico o no, de la leyenda.


    En lo que atañe al tema del presente texto, al trabajo con armas y el trabajo operativo, hay que evaluar cada técnica de forma precisa, y tener claro de qué condiciones positivas y negativas disfruta cada una. Saber el qué, porqué, para qué, como y cuando se emplea cada técnica por esas personas o unidades es importante, y si además se conoce como nació, desarrolló y evolucionó sería perfecto. 


    Lo cierto es que la técnica perfecta no existe, existe el operador que sabe adaptarse mejor y más rápido, independientemente del procedimiento. Existe el operador que usa el menos común de los sentidos, y si, ese mismo es, el sentido común.


    Se habrán dado cuenta que no hay comentario alguno sobre accesorios, empuñaduras, agarres, asas o demás aditamentos que pueden agregarse a un arma. No vienen al caso. Han leído en qué puntos concretos han de fijarse para realizar correctamente sus acciones, que las faciliten o entorpezcan por el añadido de accesorios es más una cuestión de preferencia personal o grupal que de otra cosa.


    Decidan lo que decidan llevar entrarán en lo descrito en esta y otros ensayos, por lo tanto son Uds. los que deben analizar, estudiar, probar y pensar si les ayuda o dificulta. Por otro lado un accesorio puede ser muy útil en un caso concreto pero entorpecer en otros.


     ¿Qué casos son más comunes y cuales más improbables en su trabajo? Les toca pensar.


    Y sigo sin "mojarme".


    - Vale, ok, todo muy lindo Cecilio ¿y tú? no te has "mojado" listillo, contesta a la pregunta del comienzo ¿que  técnica empleas con el arma larga? 


    Pregunta clásica para tener un referente a atacar, criticar, imitar o considerar. 


    Pues bien, la respuesta debería ser más que obvia:


     Empleo aquella que las circunstancias me exigen


    - De forma estándar me muevo y actúo con la mano de apoyo recogida.

    - Paso a extenderla cuando tengo varios objetivos a media y larga distancia.

    - Cuando debo disparar en movimiento a blancos a esa misma media y/o larga distancia.

    - Tras obstáculos a los que no deseo "adosar" mi cuerpo. 


    - Vuelvo a la posición recogida en recintos cerrados y/o tubulares.

    - Y/o a distancias cortas y medias. 


    Una de las virtudes principales que un operador armado con posibilidades de éxito necesita es el pragmatismo. Si además poseen la capacidad de adaptación, sin duda todo ello es prueba de que saben pensar… de forma pragmática y adaptativa. Con esas tres virtudes las posibilidades de supervivencia pueden considerarse como mínimo mucho más amplias. 


    Y en mi caso, "mojándome" ante su pregunta, busco ser pragmático adaptándome a las circunstancias y entorno específico de cada situación


    Un profesional armado no puede ni debe ser siempre un martillo, en este mundo no todo se soluciona a golpes ya que no todo son clavos, aunque ciertamente si abundan. 


    Siempre me quedo con una duda y una esperanza, la de si he sabido aportar algo útil que les ayude a pensar y ampliar sus cajas de herramientas y técnicas. 


    En fin, sea como sea, obligarles a pensar quizá no les hará mejores operadores pero sin duda si les hará mejores profesionales. 


    Cuídense y cuiden de los suyos.